La compañía proporcionará información sobre las regiones o países de origen de las piedras engastadas en sus joyas siempre que sean mayores de los 0,18 quilates. La joyera dejará de emplear diamantes de procedencia desconocida, aunque cuenten con una garantía de ‘abastecimiento responsable’.
En la actualidad, entre el 80% y el 90% de los diamantes de ese tamaño se trabajan a través de su filial Laurelton Diamonds. Una firma con acuerdos de suministro con De Beers, Alrosa, Rio Tinto y Dominion Diamonds que operan minas en Botswana, Namibia, Rusia, Sudáfrica y Canadá.
De cara al próximo año, la joyera estadounidense tiene previsto ir un paso más allá en su política de abastecimiento y comenzará a compartir también datos sobre el proceso por el que pasó la piedra desde su extracción, hasta su corte y pulido, así como la ubicación de los talleres.
«Más allá de las garantías generales de ‘libre de conflicto’, la firma sostiene que conocer la procedencia es “fundamental para garantizar que sus diamantes se encuentren entre los de origen más responsable en el mundo», asegura el CEO de Tiffany. «No va a haber nada opaco sobre los diamantes de Tiffany«, sentencia.
