Una de las piedras analizadas era un diamante de 1,5 quilates, Color D, Claridad VVS2, tipo IIa, creado en laboratorio con un grado de corte «muy bueno». Pero sin embargo, el informe adjunto, para el que el cliente buscaba una actualización respondía a un diamante natural VVS2, Color E, tipo I de 1,5 quilates con corte “excelente”.
“Los pesos y puntuaciones de clasificación de los diamantes tratados y creados en laboratorio eran bastantes similares, pero no idénticos a las piedras originales que aparecían en los informes, y todos presentaban los números de informe de diamantes naturales correspondientes en forma de inscripciones de faja falsificadas” explican desde el Instituto americano.
Sobreescribir la información actualizada
De acuerdo con su política, la GIA sobrescribió todas las inscripciones fraudulentas con una ‘X’ para ocultarlas y grabó el número de informe correcto en la faja y emitió nuevos informes con los detalles actualizados. En estos casos, “también se considera informar al cliente que presentó la piedra, a la policía y al público”, señala la entidad.
El Instituto reveló el mes pasado que había detectado a través de su laboratorio de Johannesburgo tres moissanitas sintéticas que les habían llegado con informes falsos que las acreditaban como diamantes naturales, aunque no desvela la cantidad ni el peso de las piedras.
