Todos los que tenemos establecimiento o estamos relacionados con algún negocio del Sector Joyero nos enfrentamos a las que probablemente sean las navidades más difíciles de nuestra andadura. Pero no voy a aburrir contándo cómo está el patio. Así que vamos a secarnos las lágrimas y a tomárnoslo a broma.
Cuando Darwin publicó su teoría del origen de las especies por medio de la selección natural estaba lejos de imaginar que años después se produciría la aparición de una nueva especie que confirmaría sus ideas: Se trata del homo sapiens mostrador sonriciense.
Este espécimen es fruto de la mutación de un gen, que a veces surge de manera espontánea y otra se hereda y se va transmitiendo de generación en generación. Se ha aclimatado a la dura vida en la jungla de cemento y en su tiendecita despliega todo tipo de habilidades para lograr la supervivencia. Tiene que luchar contra las grandes marcas que merodean a su alrededor aullándole ofertas fagocitadoras, especialmente el franquiciador depredátor y el invasivo homo asiáticus pugnando ambos por expulsarlo de su nicho ecológico.
Su particular gen le procura una tirantez de los músculos faciales con los que mantiene la sonrisa en situaciones difíciles, a saber: cuando el cliente después de dos horas ensenándole género suelta el temido: "Vamos a dar una vuelta, a ver si vemos otra cosa y si eso ya volvemos".
El gen activa los mecanismos de pronunciación sistemática de frases como "cuando usted quiera", "por supuesto", "no faltaba más"... Aunque se le erizan todos los pelos cuando oye: "lo podremos descambiar si no le gusta, ¿verdad?" y asiente conforme y resignado. Ni el lince ibérico, ni el quebrantahuesos, ni el urogallo pirenaico.. lo que hay que fundar con urgencia es una ONG para velar por la conservación del comerciante. En especial el de Joyería de toda la vida. Feliz Navidad, amigos.
*El artículo completo, en la edición de Diciembre del Periódico GOLD&TIME