“Vamos a darnos un tiempo”. Esa es la frase que suele emplear alguien cuando quiere dar por finalizada una relación de pareja sin decir a las claras que se acabó lo que se daba. Suele dulcificarse con otros argumentos: “No quiero hacerte daño”, “estoy agobiado y necesito pensarlo”... y otros eufemismos por el estilo.
Es algo que me viene a la mente cuando una asociación decide pasar al estado de stand by, o llámelo como quiera. El mundillo de las asociaciones es variopinto. Puede ir desde una agrupación vecinal para la organización de una chocolatada popular, a culturales y deportivas de toda naturaleza [...] hasta colectivos de afectados por alguna enfermedad rara, alguna injusticia, o cualquier otra desgracia.
Y están las profesionales, sin ánimo de lucro ni más ingresos que las cuotas de sus socios, dirigidas por cuatro gatos que se implican por ‘amor al arte’. Cuando el trabajo escasea y hay que reducir gastos el recibito de la asociación, aunque sea de escasa cuantía, se pone en el punto de mira de las cosas prescindibles.
Cuando el que lleva la voz cantante se mira al espejo y empieza a verse cara de Gary Cooper en solo ante el peligro es lógico que le flaqueen las fuerzas y decida adoptar un “Cese temporal de la convivencia”. Las que se mantienen vivas y activas con amores y desamores, contra viento y marea después de muchos años tienen mérito, mucho mérito.
Hoy por hoy los dos únicos colectivos a los que uno puede apuntarse con garantías de sacar una buena ‘tajada’ se llaman PP y PSOE.
Enrique Orozco es gemólogo. Socio de AETA y vocal de Comunicación en su Junta Directiva.