TVE está emitiendo la serie El Ministerio del Tiempo. La trama va de un lugar donde existen unas puertas secretas que los personajes atraviesan y les permite viajar por el tiempo, yendo y viniendo por distintos episodios de la Historia...
Imagínese por un momento que atravesamos unas de esas puertas y nos trasladamos al Madrid de hace treinta años, al recinto ferial de Ifema, el antiguo, el que estaba al final de la Castellana donde entonces se celebraba la cuarta edición de Iberjoya. Doscientos expositores en menos de 5.000 metros, como piojos en costura.
Pasillos donde se producen atascos, la gente haciendo cola para ver los escaparates de Carrera y Carrera o las vitrinas donde están las piezas que han sido premiadas. Están todos los grandes y hay lista de espera y bofetadas por pillar un stand. No existen los ordenadores, los comerciales enseñan los muestrarios y hacen las notas a mano en sus talonarios con papel de calco, porque se trabaja sobre pedido. Es una feria de muestras seria, para profesionales.
Y ahora cruzamos otra vez la puerta del tiempo y nos volvemos al presente. En la última edición de Iberjoya hubo 107 expositores en un pabellón de 17.000 metros cuadrados en un recinto ferial que tiene más de doscientos mil. Puede usted comprar joyería al peso, género de India, China…
Muchos fabricantes nacionales se han ido descolgando año tras año y los pocos que quedan lo hacen con más resignación que entusiasmo. Y encima la feria de Munich, santo y seña del sector empieza a cojear, por mucho que la prensa lo alivie con titulares suaves.
Dicen que a veces las cosas tienen que ponerse muy mal hasta tocar fondo para luego empezar a mejorar. Esperemos que este sea el caso. Me gustaría atravesar una puerta del tiempo que me lleve al futuro para ver si alguien ha dado con la fórmula de cómo revivir al moribundo.