Ya hay una gran cantidad de nombres que circulan por el comercio, que se han arraigado, y que cuando dices el de verdad te suelen remitir al que se conoce en el comercio como si ese fuera el bueno. Pero esto no pasa solo en joyería y con piedras, pasa igual en otro tipo de comercios. Esta nomenclatura comercial nada técnica, crea confusión en el consumidor.
Recientemente recibí un email de un bloguero que nos lee asiduamente. Nos preguntaba si conocíamos los “diamantes de Tucson”, a lo que le contesté que no, que seguramente sería alguno de los muchos nombres comerciales que se le dan a las piedras y que, además de confundir, no son los nombres técnicos propios. Él decía que los había visto en una feria reciente de Tucson.
Nos mandó una foto y visualmente por el color y por la forma parecen cristales de cuarzo cristal de roca, la variedad incolora del cuarzo. Buscando información nos hemos dado cuenta de que al cristal de roca se le llama de muchas formas confusas. Algunos ejemplos son: “Diamante de Alaska”, “Diamante de Arkansas”, “Diamante de Brasil”, “Diamante de Bristol”, “Diamante Mexicano”, y muchos mas. Esto lo único que crea es mas confusión en el cliente, que piensa que tiene un diamante, cuando en realidad no lo es.
Si hablamos de jades encontramos decenas de nombres equívocos que hacen que los consumidores crean que tienen un jade de verdad. Como ejemplos están el “jade coreano” o “Jade de Corea” cuando se refiere a una variedad de serpentina la bowenita, o “Jade Soochow” otra bowenita o jaboncillo de sastre, “Jade Mexicano” para una calcita estalagmítica teñida de verde, etc... que nada tienen que ver con el jade verdadero jadeíta o nefrita.
En nuestro laboratorio hemos podido comprobar la desilusión de gente que nos ha traído piezas o figuras talladas para valorar y que se han encontrado con que no son jades. Pensaban que tenían piezas de valor, tal y como se las vendieron y tal como les costó, y ahora ven que no tienen el valor que les hicieron pagar.
Estas son solo algunas de las nomenclaturas que circulan en el comercio de piedras y minerales, hay cientos de ellas con nombres erróneos equívocos o confusos. No estaría mal que los vendedores de piedras o minerales consultaran a profesionales gemólogos de las piedras que les puedan parecer dudosas, o simplemente coger muestras y mandar analizar para comprobar su autenticidad y su nombre correcto. Si hay dudas, es mejor consultar con un gemólogo.
*Extracto de la columna de opinión de Manuel Llopis. El artículo completo, en la Edición de Enero de GOLD&TIME.